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Perder a alguien es un punto de ruptura en la vida. Nos enfrentamos a un vacío que se instala en cada rincón de nuestra existencia, dejando la huella de ausencia que nunca desaparece por completo. La muerte no solo se lleva a la persona, sino también todo lo que pudo haber sido: conversaciones que ya no existirán, abrazos que nunca llegarán, momentos que quedan suspendidos en el tiempo. Nos deja con fechas que se convierten en heridas abiertas, con una espera silenciosa de algo que sabemos que no volverá.

El duelo tiene muchas formas, pero hay algo universal en él: el silencio. El silencio que queda cuando se han ido. El silencio de la casa vacía. El silencio de los recuerdos que ya nadie comparte. Un silencio que pesa, que ahoga, que acompaña incluso cuando todo a nuestro alrededor sigue su camino.

Mi experiencia como persona joven que pierde a su padre, a su refugio, la persona que le dio la vida… me dejó el 15 de abril de 2015. Casi nueve años han pasado y, sinceramente, el dolor que tengo no sé qué hacer con él. Te quiero demasiado, te he querido demasiado… te he fallado no sé ni cuántas veces. Cada vez soy un poco más consciente de que tengo que salir adelante sea como sea, porque lo que me enseñaste tú con tu fortaleza ante el cáncer… «seguir luchando para ver a mi hija crecer…» Aún no soy madre para entender muchas cosas, pero ese gesto, ese intento de saber que la batalla estaba perdida y tú seguías intentándolo por mí… Ahí me demostraste todo lo que un padre puede hacer por su hijo.

Ese maldito día, una parte de mí se fue contigo, una parte de mí también se convirtió en cenizas. Recuerdo mucho el día en el tanatorio: yo sí que estaba paralizada, hasta que se te llevaron en el ataúd. Allí me lancé encima… Cuatro personas tuvieron que sujetarme para separarme de ti. Cuántas veces recuerdo ese momento, no sé cómo superar eso. Ver la pena en vida de la hija en una profunda tristeza, el grito desgarrador de la hija…

Allí es cuando la vida se me puso delante. Ir al cementerio a dar el último adiós a mi padre, mi policía preferido, mi cobijo, mi refugio, mi amigo, mi compañero de viajes, la persona con la que soñaba despierta… la persona con la que me despertaba y me abrazaba por las mañanas y me decía «¿dónde quieres ir a comer hoy?» Y yo, por mucho que dijera en casa… tú ya tenías dos tickets para el AVE, para ir a comer a Galicia, para estrenar el AVE dirección Barcelona – Zaragoza… Siempre me sorprendías y ahora todo se ha quedado en simples recuerdos, pero qué valiosos son.

Cuando tenía pesadillas, como cualquier padre, se me acercaba y me tranquilizaba, pero para acabar de calmarme me decías: «Aquí está tu policía preferido para protegerte. Mientras yo esté aquí, nada ni nadie te hará daño.» Y así era.

 

Aunque sigo queriéndote como nada en este mundo, sigo esperando que me despiertes como tú lo hacías y me digas «¿qué te apetece hacer hoy?» Tu dolor me mata, me corta la respiración, pero has dejado una huella muy profunda en mi corazón. Todo lo que has hecho lo tengo guardado en una carpeta que me ayuda a seguir adelante y a seguir luchando hasta el final, como tú lo hiciste.

 

Tu huella en medio de mi silencio

El silencio cuando te dicen que tu padre ha fallecido.

El silencio cuando te preparas para ir al tanatorio.

El silencio de ver a tu padre en un ataúd y no entender lo que las personas te dicen porque estás completamente paralizada.

El silencio de tocarle por última vez, besarlo por última vez y sentir la ausencia de calidez en su piel.

El silencio del recorrido hasta el cementerio.

El silencio mientras sales del cementerio y sientes cómo una parte de ti se queda allí.

El silencio de entrar en su dormitorio, ver todo tal y como lo dejó.

El silencio del primer cumpleaños sin él.

El silencio del día de su cumpleaños.

El silencio de muchas primeras fechas especiales sin él.

El silencio de esperar una llamada que nunca te volverá a hacer.

El silencio de necesitar verlo, abrazarlo, escucharle y tener que aferrarte a recuerdos.

El silencio de enfrentarse día a día a su ausencia.

PD: muchas gracias papá por ser la persona que un día me dio una vida, gracias por hacerme soñar mientras vivía de mi vida, gracias por ser el mejor policía, el mejor amigo, la mejor persona… pero sobretodo, gracias por haber escogido la opción de ser padre. ¡Gracias! Te quiero muchísimo ❤️. 

Un comentario

  1. El silencio que dejas en el corazon de quienes te leemos y también perdimos a nuestro padre…el beso silencioso que lanzo al cielo, por el tuyo, por el mío…y el suspiro sereno

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